Padre adolescente

gustavo-rostro
Gustavo Mora en su lugar de trabajo.

Eran las 12:00 horas de un día martes de julio, el sol me acompañaba en dirección a la mecánica el Garaje. A mi llegada, una puerta negra me dirigió hacia Gustavo Mora, ingeniero automotriz,  quien se encontraba trabajando debajo de un auto blanco, puliendo los últimos detalles con el mismo entusiasmo con que un artista esculpe una obra valiosa.

Con sus manos manchadas y la ropa sucia a causa del aceite de auto, este joven de 31 años se  puso de pie y me invitó a su oficina, tan sencilla como él, un escritorio de madera que daba hacia la pared, una pieza de motor convertida en cenicero  y una pequeña moto en construcción, fueron los adornos perfectos para crear el ambiente propio de un amante de la mecánica.

gustavo-arreglando-el-auto
Gustavo Mora en su trabajo.

La faceta de padre y trabajador de Gus, como le gusta que lo llamen, comenzó a la edad de 15 años, ya que con la sorpresiva llegada de su primer hijo Mateo tuvo que buscar los medios para subsistir y darle un buen futuro. Ser un padre adolescente fue una tarea que lo obligó a sustituir los  autos de juguete por unos reales y los desvelos se convirtieron en trasnoches por cambios de pañales.

Transcurridos once años de la llegada de su primogénito, llegó Saira, su segunda hija, concebida con dificultad cuando la esperanza de Gustavo y su esposa  Roxana, parecían agotarse.

El trabajo, los estudios y que Saira haya nacido antes de tiempo, ocasionó que la presión en la vida personal de Gustavo, haya llegado a un punto extenuante, con la mirada perdida y nostálgica comenta que las expectativas de vida que los médicos le dieron a su bebé eran muy bajas “Con Saira tuvimos que utilizar el método madre canguro, donde noche tras noche debía dormir en mi pecho para obtener calor corporal ya que su pequeño cuerpo no tenía la capacidad de generarlo, por eso mi rendimiento en la Universidad era muy bajo, incluso muchos de mis compañeros me contaban que los profes creían que yo estaba drogado o incluso que llegaba tomado a mis clases.”

Familia-de-Gustavo
Gustavo Mora con su familia en un momento de recreación.

Los 10 años que le lleva de diferencia su esposa, no han sido impedimento para que su matrimonio sea estable, pese a las circunstancias complejas que han vivido como pareja, el perdón ha sido una de las armas más poderosas para que su relación perdure.

Entre motos y autos ha pasado por lo menos en 30 talleres, éste ha sido el largo camino que ha debido recorrer para concretar uno de sus múltiples propósitos en la vida, ser dueño de su taller y lograr culminar sus estudios como Ingeniero automotriz en la universidad.

En medio de una agradable despedida, emergió un fuerte mensaje de aliento y constancia para quienes han vivido situaciones similares a la suya: “No se acobarden, si su meta es alta y la quieren completar, esa va a ser su fuerza. Mi meta final no es tener mi propio taller, mi meta va más allá, quiero ser diseñador automotriz y tener mi propia empresa, y si ustedes se proponen crecer, ese va a ser el motor de lucha para afrontar los problemas del día a día”.

Realizado por: Cynthia Cazar. Periodo 48, grupo 721.