Amada Jordán posee una tienda en el sur de la ciudad, específicamente en el barrio de la Ferroviaria Baja. Al contarme su historia, lo recuerda todo como si hubiera sido ayer. Hace más de 80 años doña Amada viajó a la ciudad de Quito, tras haberse casado y en busca de una oportunidad en la capital. Al principio, les resultó demasiado difícil, como a todas las personas que migran para poder conseguir sus sueños.
Se establecieron en un barrio representativo y emblemático de la cuidad: Chimbacalle, en el que se encuentra la estación del tren en Quito. Junto a su esposo pusieron un restaurante picantería en la calle México, junto al actual teatro del mismo nombre. Al medio día recibían a los trabajadores hambrientos del ferrocarril y en la noche recibían a aquellos que buscaban distracción, amigos, música y licor. Era muy conocida por todos los trabajadores del lugar.
Amada tuvo dos hijos y tres hijas, que posteriormente serian su ayuda. La familia era muy querida y reconocida por quienes habitaban en el barrio, por sus buenas costumbres y por tener la mejor sazón en todas las delicias que preparaba; menciona con una sonrisa en su rostro
Su vida en el barrio fue demasiado peculiar, ya que aparte de ser partícipes del ferrocarril, también vieron cómo se creó la línea de buses Colón Camal, que recorría casi toda la cuidad, de sur a norte. No recuerda con exactitud cuando el ferrocarril dejó de funcionar y su restaurante también. Al no tener los mismos ingresos decidieron que toda la familia se trasladaría al barrio de la Ferroviaria Baja, para abrir un nuevo negocio.
Durante toda su vida vivió en Quito y tiene los mejores recuerdos, porque fue la tierra que la acogió y donde sus hijos, nietos y bisnietos nacieron. Desde que perdió a su esposo no ha dejado de luchar por sacar adelante a su familia. A sus 95 años de edad ella sigue atendiendo la tienda que instaló hace mucho tiempo.
Amada visita regularmente a sus familiares en Ambato, pero no regresaría a vivir a su cuidad a pesar de estar muy orgullosa de sus orígenes. Guarda un cariño especial a Quito y ha sido testigo de todos sus cambios.
Realizado por Vannessa Acosta. Periodo 47, grupo 721.