Es una noche muy particular la del viernes 30 de octubre del 2015, en San Pablo del Lago la gente, goza, baila, y se divierte festejando las fiestas patronales del sitio.
Como es de costumbre, los integrantes del grupo cultural Hábitat se encuentran reunidos en la casa de uno de sus allegados, Marco Monteros alias el Monteritos secretario y dirigente del grupo, él con mucho entusiasmo abre las puertas de su hogar para realizar el congresillo técnico de lo que será la tercera edición de la carrera de coches de madera. Después de varias indicaciones y observaciones del presidente del grupo Hábitat Aníbal Guerra, solo queda esperar hasta que llegue la hora del evento.
A las 9:00 del día siguiente, con el cielo despejado, los participantes empiezan a llegar, unos van a reconocer el trazado y otros inscriben a sus bólidos de madera, la música suena y los pobladores como espectadores llenan las calles y el parque central para observar los intrépidos descensos de estos audaces pilotos. Como en todo deporte y en todo lugar hay un favorito, y los campeones dos años consecutivos están en pista, Hans Moser piloto de 19 años y Gabriel Raza copiloto de 20 años. Estos dos muchachos han hecho temblar al resto de pilotos por su particular descenso a una velocidad máxima estimada de 60 km/h y con un récord de pista aún no superado de 3 minutos y 43 segundos.
A las 10 y 20 am, las inscripciones se cierran con 20 competidores, estos se preparan hasta que llegue la hora de descender. Los organizadores sortearon el orden de salida y realizaron varias largadas de dos coches a la vez, para así clasificar los tres mejores de todos los competidores para la partida final.
Veinte minutos después la carrera comienza. Algunos pilotos nerviosos, como Edgar Pupiales, quien tenía en mente ganar la competencia y llevarse el triunfo a su hogar. Pero las ganas no son suficientes para vencer en esta competencia, además hace falta pericia, audacia y adrenalina.
Después de varias largadas ya quedan pocos competidores, algunos fueron eliminados por fallas mecánicas, caídas, choques, o por perder contra su adversario.
La hora esperada llegó, para la gran final, se preparan los tres equipos más rápidos, entre ellos los campeones dos años consecutivos Hans Moser y Gabriel Raza con el nombre de Máquina del Mal, en otro coche el equipo Marlboro conformado por dos adultos de la ciudad de Otavalo Francisco Pérez y Gonzalo Flores y en el otro bólido dos jóvenes de San Pablo, Héctor Oña y Francisco Cornejo con el nombre de los Imparables, los cuales demostrando su habilidad y destreza lograron pasar a la final.
Los coches en la línea de partida, con los pilotos listos, sus copilotos a punto de echar impulso a sus máquinas, el juez preparado para dar la señal de liberación. El pito suena y los copilotos con la fuerza de un corcel empujan los coches para poder lograr salir primeros, la Máquina del Mal lidera en la primera curva, pisándole los talones Marlboro y junto a él los Imparables.
Tras cruzar el segundo rompevelocidades la Maquina del Mal pierde estabilidad y su coche da una vuelta de campana, el copiloto Gabriel a pesar de su experticia y sujetarse muy fuerte sale volando del coche estrellándose contra la acera, así el equipo Marlboro y Los Imparables lograron esquivar y rebasarlos.
Los Imparables en la curva final se mantienen tras y a derecha del equipo Marlboro y sin dar aviso con gran pericia Héctor Oña logra rebasar y ponerse a la cabeza de esta intrépida carrera y consiguen llegar al parque central y por ende llevarse el triunfo.
Primeros los Imparables y Marlboro, a lo lejos se observa a la Máquina del Mal, quienes están en pista a pesar de su accidente, al cruzar la meta y los espectadores les recibieron como ganadores.
Así después de la premiación los competidores se estrechan las manos y acuerdan participar en la siguiente edición del evento.