Doble vida, una madre en la universidad

Elizabeth Álvarez oriunda de Loja, tiene 29 años de edad, vive en Quito desde hace 9 y es en esta ciudad donde se convirtió en madre.

Liz Álvarez llegando a sus clases.
Liz Álvarez llegando a sus clases.

Liz, como la conocen sus compañeros de Universidad, está casada desde hace 10 años y pese a que ha tenido que asumir un rol como ama de casa, no ha abandonado sus estudios, al contrario, estos han sido una base fundamental de crecimiento y realización personal.

Esta madre, esposa, hija y estudiante con una gran sonrisa en su rostro sostiene que, aunque se convirtió en madre siendo muy joven, sus padres la han apoyado en todo momento para que pueda culminar su carrera de Comunicación Social en la Universidad Politécnica Salesiana.

«Hay una mitad de compañeros que entienden que el ser madre hace que no estés en las clases 24/7, mientras que la otra mitad lo único que hacen es señalarte» indica Liz, muchos de sus compañeros de clase prefieren no tomarla en cuenta, pero ella ha aprendido a asumir esta situación con optimismo, pues sabe que la vida para un padre o una madre de familia es distinta, por ello no duda en afirmar enérgica «primero madre antes que nada«.

Liz habla de las circunstancias difíciles, pues asegura que estas experiencias han sido las más significativas en su proceso de madurar, asevera que “el que las personas estén únicamente criticándote, hace que el rendimiento en las clases y las asignaturas sea difícil, porque te quitan la posibilidad de demostrar las capacidades que nos caracterizan  como seres humanos, no nos dejan progresar y simplemente nos hacen a un lado porque somos madres, pero en esta pelea descubres también una fuerza que no sabías que tenías y esto te hace esforzar el doble”.

En su papel de estudiante desde hace ya 6 años, Liz no ha parado de demostrar la lucha que tiene por sacar a sus hijos adelante, dejando de lado los malos comentarios y haciendo oídos sordos a las críticas de quienes cuestionan su maternidad por el hecho de no haber abandonado sus estudios para dedicarse de lleno al cuidado de sus niños.

Ella está segura de que a sus retoños Emilio de nueve años y Camilo de ocho, nunca les ha faltado ni les faltará nada, y a pesar de que la Universidad ha sido un campo de batalla en donde las heridas no han sido pocas, las grandes enseñanzas tampoco han faltado, Liz ha aprendido que la constancia es una de las virtudes más grandes en la vida,  y ese es el ejemplo que le quiere dar a sus hijos.

Liz, leyendo su libro de planificación.
Liz, revisando su clase de planificación.

Mientras mantiene una sonrisa en el rostro, esta joven madre expresa que en medio de toda esta situación, también ha encontrado amistades que y que al contrario de otras personas que solo se han dedicado a rechazarla, le han brindado un apoyo haciendo que su fuerza permanezca intacta, “ellas hacen de mis días algo más productivo y relajante, por ejemplo, cuando por problemas en la escuela de mis hijos debo faltar a clases, me integran a los grupos y me explican la clase del día y así no pierdo el hilo”.

Actualmente está cursando el sexto semestre de Universidad, logrando cumplir a pequeños pero firmes pasos, su meta de ser profesional. Para quienes la rodean, es su personalidad tan sincera y fuerte la que ha permitido que llegue hasta el lugar donde hoy por hoy se encuentra.

Liz recomienda a aquellas madres estudiantes no dejar que los problemas las consuman ya que, la vida está llena de caminos empedrados, pero son esos caminos precisamente los que hacen que la vida valga la pena.