Doña Paquita Almeida es la eterna panadera de Píntag, pese a ser una mujer sexagenaria aún se levanta vigorosa todos los días a las 2 de la mañana para comenzar con la laboriosa elaboración de los panes Carlitos.
Hace doce años Paquita emprendió la idea de vender pan, así que con «chulla sucre» compró algunos panes en Quito y se los llevó a vender a Píntag, como la acogida fue grande decidió viajar día tras día hacia Quito para conseguir más. Tras doce años de hacer lo mismo y llegar incluso a comprar más de 80 mil sucres en pan a la semana, doña Paquita se dio cuenta que había llegado la hora de empezar su propio negocio; con algunos préstamos compró la maquinaria en Sangolquí y en 1973 nació la “Panadería Paquita”.
Esta mujer emprendedora aprendió a elaborar los Carlitos en la ya desaparecida panadería “Santa María” que se encontraba ubicada en el sector Ipiales en la Cruz Verde, en Quito, esta era la única que realizaba los Carlitos, poco después desaparecieron debido a que el maestro panadero que los realizaba falleció.
“Como yo trabajaba allí, entraba a los hornos para ayudar, por ese tiempo antes de que muriera el panadero vi cómo se hacían los Carlitos y aprendí. ¡Yo era la única que sabía cómo hacerlos y por eso decidí empezar mi propio negocio con ellos!”, resalta Paquita.
Con huevos, mantequilla, leche y queso doña Paquita y su empleados todos los días elaboran más de 160 Carlitos que se venden por completo, “los Carlitos los hago con mucho amor y material de calidad, todo de primera para servir a mi pueblo”, señala. Y este amor del que habla Paquita se ve reflejado en los cientos de clientes que a diario reclaman por ellos, tal es el caso de Jorge Ochoa, morador de de la zona: “estos panes son una delicia, nadie que visite o viva en Píntag pude dejar de probar este bocadito pinteño”.
Claramente estos panes se han convertido en un referente de la parroquia de Píntag. “Los Carlitos ya son parte de la tradición gastronómica pinteña, esta tradición la deben seguir mis hijos aunque yo muera, porque no se puede perder tan hermosa y sufrida labor que empecé desde abajo”, menciona doña Paquita.
Su propietaria a más de preocuparse por la calidad de los panes también lo hace por sus 12 empleados, es por ello que a más de afiliarlos al IEES como dispone la ley, los tiene bien alimentados y alegres, pues ella afirma que “barriga llena corazón contento”. Esto lo confirma Antonio Simba quien hace 26 años es pastelero de la Panadería Paquita. “A mí me encanta trabajar aquí, somos una familia y un hogar, gracias a mi trabajo aprendí todo lo que ahora se; le debo mucho a esta panadería”.
Pero los Carlitos no solo han traído alegría al paladar de quienes los degustan, sino que también gracias a ellos doña Paquita ha conseguido cosas importantes para su parroquia: “Conseguí dos patrulleros y dos semáforos, todo eso llevando los Carlitos; gracias a mi humildad y sacrificio me gané el cariño de la gente y de las autoridades”.
Debido a que Paquita nunca supo el porqué del nombre “Carlitos”, ella mismo decidió atribuírselo a su esposo y compañero de vida, el cual por casualidades de la vida también se llama Carlos, pero de cariño en la parroquia le dicen Carlitos, “Digamos que se llaman así por él (risas), pues él luchó conmigo durante años para sacar a nuestros cuatro hijos adelante”.
Sin lugar a dudas los panes Carlitos forman parte de la historia cultural y gastronómica de los pinteños; es por ello que tras 43 largos años de ser vendidos en esta parroquia se han convertido en su icono referente, pues hoy en día hablar de los Carlitos es también hablar de Píntag.
Texto y fotos por Némesis Arregui.