Andrés Calero, reside hace 6 años en el sector de La Merced, un pueblito que conserva aún el toque de campo, permitiendo a las personas mantener un contacto directo con la naturaleza. Cuando no hay tráfico el viaje demora 45 minutos y cuando lo hay, el trayecto fácilmente supera la hora.
Para Andy, el día que empieza temprano, se despierta a las 4:20 horas, se alista y a las 5:30 sale de su casa. Camina 15 minutos hasta la parada del bus e intenta tomar uno antes de las 6:00 para evitar un atraso. Andrés menciona que los atrasos son un problema al no vivir en la ciudad.
Al llegar a la universidad tiene un impacto terrible al escuchar tanto ruido que hay en la ciudad, la mezcla de pitos, tumultos de gente conversando con voz alta y se suma a esto el esmog de los autos, el humo de cigarrillo lo cual Andrés menciona que claramente notorio dentro de Quito, Andy, que viene de un lugar donde no hay más ruido que el viento chocando en los árboles, el sonido de los pájaros y los ladridos de los perros que existen en la zona y al respirar hay un ambiente más puro, nota rápidamente la diferencia, él menciona que sus labios se secan, esto afirma que es un efecto de la contaminación ambiental que hay dentro de la ciudad, en cuanto al ruido, Andy ha optado por usar siempre sus audífonos para al menos un poco disminuir tan terrible mal.
Andrés siente que la gente en la ciudad vive muy apresurada, con tensión y estrés, él cree que los quiteños tienen presión por tener cosas mejores que el resto, a diferencia, él que vive de una forma más tranquila, sus prioridades son diferentes, siente que el campo le ha permitido ver la vida de otra manera y redirigir sus prioridades. Andrés cuida a cinco perros, estos le llenan de alegría y le brindan tranquilidad.
Andy evita regresar con preocupaciones a su hogar, de vuelta a su casa la situación ya es diferente, Andrés toma el bus desde la estación y a veces hasta duerme durante el trayecto. Al bajarse del bus caminar y respirar aire puro, comenta que el vivir en medio de la naturaleza le ha servido para poder vivir más tranquilo.
En casa pasea con sus perros, mientras disfruta de paisajes naturales. Andrés tiene una fascinación por sentarse y ver al horizonte, las montañas, las hojas de los árboles moverse y las diferentes tonalidades de color que que impregna el sol en la mañana y la tarde. Andrés afirma que si le dieran la oportunidad de escoger donde vivir, sin pensarlo, decidiría el mismo lugar en el que reside, para finalizar menciona que “la vida en el campo es mejor”.
Texto y fotos por Francisco Tello.